¿Son las sincitinas homólogas a la proteína S del SARS- CoV-2?

¿Son las sincitinas homólogas a la proteína S del SARS-CoV-2?

Nullius in verba

Con el respecto al conocimiento adquirido en ciencia y, haciendo referencia a un muy buen amigo, biólogo, es totalmente compatible combinar el rigor del método científico con esa saludable irreverencia a los dogmas científicos, Nullius in verba. Al menos en mi caso, ese es mi intento, el cual me permite una rica mirada integrativa a los aspectos relacionados con la salud humana.

La biología es la ciencia de la vida y esta, en ocasiones, impredecible e indefinible, pretende escapar como agua del cesto de la ciencia. A nosotros, los biólogos, que nos entrenan para desentrañar los misterios de los fenómenos que observamos, la actual crisis sanitaria, denominada COVID-19, nos ha supuesto y nos está suponiendo un esfuerzo de unas características tan excepcionales a las que no estábamos acostumbrados.

Poco descubro si afirmo las grandes incógnitas que rodean al SARS-CoC-2 y a la sindemia denominada Covid-19. Estas lagunas científicas, lamentablemente tienen una repercusión en la práctica clínica e incluso en las adecuadas medidas de prevención a establecer.

Pero también es justo reconocer que disponemos de un potentísimo cuerpo de conocimiento que no debemos obviar. Jamás en la historia de la ciencia se han centrado tanto los esfuerzos como el que ahora se está haciendo con el fin de desentrañar las actitudes de un patógeno de aproximadamente 100 nm de tamaño.

Así pues, mi criterio es que todo lo que concierne al conocimiento básico del coronavirus y su modo de infección debe de ser establecido inexorablemente bajo el principio Nullius in verba. Es más, cualquier mirada irreverente, bienvenida sea, de hecho, son las que nos permiten avanzar en el conocimiento, pero Nullius in verba. No hay atajo posible.

Los retrovirus endógenos: las sincitinas

Nuestro código genético, es decir, nuestro ADN no es del todo “puro”. Sabemos que como consecuencia de las infecciones por virus a los que hemos estado expuestos nos han dejado una impronta, es decir, una huella genética a lo largo de la evolución. Se considera que una fracción sustancial de nuestro genoma humano, alrededor de un 8%, está compuesta por lo que los biólogos conocemos como retrovirus endógenos. Dos de estos virus que nos infectaron a nuestros ancestros primates hace 25 millones de años, generaron un “precioso fenómeno biológico” denominado cooptación al incorporarlo a nuestro genoma. La adaptación y evolución de estas secuencias en el genoma de los mamíferos resultó en un dualismo entre la adquisición de nuevas funciones celulares y la virulencia de esos retrovirus. Pero gracias a ellos, pudimos sobrevivir y evolucionar, por permitirnos funciones fisiológicas cruciales para la raza humana.

Buen ejemplo de ello y objeto de este documento, encontramos genes, como la sincitina-1 y la sincitina-2 (identificados en el año 2.00 por un equipo de investigadores de Cambridge), pertenecientes a las familias HERV-W y HERV-FRD (localizados en los cromosomas 7 y 6), respectivamente. La función de las sincitinas es necesaria durante el embarazo para permitir el desarrollo de la placenta y la diferenciación del trofoblasto, debido a que interviene en la fusión de las células placentarias y permite el implante del embrión en el útero materno. Solo la Sincitina- 2 posee, además, una actividad inmunosupresora con la que consigue hacer invisible al feto ante el sistema inmune de la madre, con lo cual se impide el rechazo alogénico.

¿Cuál es el motivo de la polémica?

La polémica se inicia como crítica a la vacuna frente a Covid-19, en una carta (https://archive.is/nEWGU), por parte el médico Wolfgang Wodarg y Michael Yeadon, un ex empleado de Pfizer. Posteriormente, estos mismos argumentos fueron fueron amplificados por la bioquímica Roxana Bruno, así como por biólogos y médicos de nuestro país, a través de declaraciones en medios de comunicación, redes sociales…

La base de su argumentación se fundamenta en lo que ellos creen una alta o total homología entre la proteína S del actual coronavirus y la sincitina, fruto del cual puede ocurrir u ocurrirá el conocido fenómeno de reactividad cruzada.

Así, previsiblemente y, bajo esta argumentación, al inyectarse una mujer con las actuales vacunas genéticas frente a Covid, su sistema inmunológico aprendería a detectar la proteína Spike contenida en la vacuna, pero también detectaría y atacaría la proteína sincitina-1. El resultado sería un previsible aborto espontáneo del embrión en las mujeres vacunadas, por una acción de inhibición directa de las sincitinas por los anticuerpos inducidos por medio de la inmunización artificial de las vacunas contra COVID-19.

Con idéntica lógica podríamos esperar que los anticuerpos dirigidos contra la espiga también podrían reconocer de forma cruzada y neutralizar a la Sincitina- 2, afectando, previsiblemente con ello, al rechazo inmune materno del feto, además de otros efectos colaterales no deseados como parte de esta previsible inmunidad cruzada.

La importancia del método de experimentación

Los iniciadores de esta teoría han calificado esta similitud entre ambas proteínas como pequeña secuencia de cinco aminoácidos (Yeadon, https://archive.is/LniCU), ”realmente asombrosa” (Bruno, https://cienciaysaludnatural.com/las-vacunas-contra-covid-19-podrian-afectar-la-fertilidad/), e incluso homología prácticamente del 100%, según algún video que circula por las redes sociales.

Llegados a este punto, no cabe ninguna duda que el tema capital se debe centrar en establecer, sin género de duda, la exacta tasa de similitud y homología existente entre la sincitina y la proteína S del Sars-CoV-2.

Previo a argumentar mis resultados, me gustaría matizar que cuando se aplica el programa informático de alineamiento de secuencias, BLAST, se hace necesario dar a conocer el gráfico resultante del alineamiento. Aportar datos parciales, sin aportar el citado gráfico, puede dar datos tan dispares, como ninguna o total similitud entre ambas proteínas. Ello será resultado de dar inputs y “forzar el sistema” con determinadas restricciones determinadas por el operador.

Por mi parte, con respecto a las identidades de secuencia, aporto el alineamiento (la comparación directa) utilizando la herramienta Clustal Omega alojada en el servidor del EBI.

Si se comparan las secuencias completas de la proteína S con la sincitina 1 (figura 1) (adjunto alineamiento «Aligment_Clustal_Completa«), la identidad de secuencia que da el programa es del 22.8%.

Es más, aporto también la comparación de la sincitina completa con el dominio S1 de la proteína S de SARS-CoV-2, que al fin y al cabo es el dominio encargado de la interacción con la ACE2 celular (figura 2) (ver Alingment_Clustal_S1domain«). En este caso, la identidad entre ambas es del 21.3%.

 Mis conclusiones

  1. La identidad de la proteína S del virus y de la sincitina NO es de un 100. Concretamente, la similitud es de un 22,8% o de un 21,3%, si tenemos en cuenta el dominio concreto de interacción.
  2. Este dato concluye que la proteína S del virus NO está codificada en el genoma humano

Genéticamente hablando esto es insignificante. Para François Balloux, genetista del University College London, esto es insuficiente para desencadenar una reacción cruzada del sistema inmunológico. No obstante, se debería de establecer una profunda investigación al respecto para poderlo verificar.

  1. Las secuencias de emparejamiento mencionada por Yeadon son tan cortas que se podrían encontrar coincidencias comparables entre la proteína espiga del SARS-CoV-2 y muchas otras proteínas humanas, tales como la actina, el colágeno o la hemoglobina, no solo la sincitina-1.
  2. Los coronavirus del resfriado común también comparten similitudes de secuencias muy cortas de cuatro o cinco aminoácidos idénticos con la sincitina-1 humana. Sin embargo, las infecciones con estos coronavirus del resfriado común no desencadenan una respuesta autoinmune que destruya la placenta humana. Si este fuera el caso, observaríamos un pico de infertilidad femenina cada invierno.
  3. Este es un documento en relación a la homología de las sincitinas, NO de la posibilidad que la vacuna, como tal, pueda provocar algún tipo de efectos secundarios, incluido el aborto de la mujer embarazada.
  4. Soy un biólogo integrativo. Creo firmemente en el modo con el que la medicina integrativa propone prevenir y tratar la enfermedad. Por definición, este es un tipo de medicina que complementa las terapias convencionales con las complementarias, no las excluye. Eso sí, a la hora de su valoración, pretendemos que todas ellas estén en igualdad de condiciones.

Juan Serrano Gandía

Bioquímico y Biólogo Molecular.

 

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